Aunque el sector turístico ha sido uno de los mayores afectados por la crisis sanitaria, muchos resorts vacacionales y campings, especialmente aquellos que no dependen en gran medida del turismo internacional, han podido terminar la temporada de verano con unos datos más que aceptables.
Este año no solo los campings de playa han sido el destino preferido por los veraneantes, sino que aquellos de interior se han abierto paso en una temporada sin precedentes y han demostrado que pueden ofrecer alojamientos de larga duración en periodos estivales.Por eso, los campings que disponen de alojamientos independientes, ya sean cabañas, bungalows o mobil homes, se han impuesto frente a la acampada, y han sido los más demandados hasta rozar casi el 90-100% de su ocupación.
En Eurocasa tienen muy clara la importancia no solo del confort de los alojamientos, sino también de dotar de una personalidad al camping con casas únicas. Por eso, cada proyecto es estudiado al detalle por su equipo de profesionales: ingenieros de I+D+i, arquitectos, diseñadores… Para eso, más de 100 personas conforman el equipo humano de Eurocasa para cuidar milimétricamente cada parte del proceso.
El secreto para poder garantizar la máxima calidad es que son capaces de producir el 98% de los elementos que forman una construcción: carpintería de PVC, aluminio, fontanería, textil, pintura, mobiliario, transporte, montaje, etc. Asimismo, Eurocasa cumple fielmente con los estándares de calidad siendo pioneros en el sector en contar con la Certificación de AENOR, en el Sistema de Gestión de Calidad ISO, ya que desde hace más de 18 años siguen un proceso de calidad que engloba la fabricación, la venta y el diseño.
Además, la firma burgalesa tiene un fuerte compromiso climático, desde 2008 sus placas solares producen energía renovable gracias al aprovechamiento de la radiación solar. Así consiguen que la fabricación de las casas sea una construcción verde y contamine menos, y que el sistema de calefacción de las instalaciones sea ecológico.
Por otro lado, todos los deshechos fruto de la producción tienen una segunda vida porque reciclan el 90% de los residuos que producen. Así logran reducir el consumo de materias primas, el uso de energía, la contaminación y las emisiones de gases.